sábado, 29 de abril de 2017

Edoardo Firpo



 Lámpara

Oscuro y cerrado de la noche sin estrellas
y quieto como un lago de betún
el mar parece que duerme.
No corre un hilo de viento.

A lo ancho escondida en el silencio
una luz
se refleja lenta.

Viene sobre el agua oscura lentamente
casi sin remar,
un hombre dentro de una gran luz
que parece salir del mar.

Sobre el arco de las piernas bien plantado
desgarrando la noche con su gran fanal
parece que venga dela ciénaga eterna.

Deja los remos y se arma de una fisga
larga y afilada
después mueve sobre el agua la linterna
y está inclinado sobre el borde de la proa.

Veo su sombra sumergir con ímpetu
la fisga en las aguas verdes y profundas.

Cuando la retira lleva sobre las olas
un monstruo blanco que se contorsiona
como una maraña de culebras furibundas.

(de “o grillo cantadó e altre poesie”, Einaudi, 1974)
(Versión G.M.)


Original genovés :


Lampara
Scùo e serrou da-a neutte sensa stelle
e fermo come um lago de bitumme
o mâ se diæ ch’o dorme.
No passa un fï de vento.

A-o largo ascoso in to silensio
um lume
o se riflette lento.

Vegne pe l’ægua scùa lentamente,
quæxi sensa remmâ,
um ommo tutto drento a ‘na gran luxe
ch’a pâ sciortï da-o mâ.

In sce l’arco de gambe bem ciantòu,
squarciando a neutte cö sò gran fanâ,
pâ ch’o ne vegne da-a palude eterna.

O lascia e remme e o s’arma d’um forcon
lungo e affiòu,
poi o gïa in sce l’ægua a sò lanterna
e in sce l’orlo da proa o esta chinòu.

Veddo a sò ombra manda zú d’asbrïo
a fúscina in te ægue verdi e fonde.

Quand’o-a retïa o porta sciú da-e onde
um mostro gianco ch’o se stroscia tutto
comme um groppo de bisce furibonde.


Versión en italiano de Guido Sechi:


Lampara

Scuro e chiuso dalla notte senza stelle
e fermo come un lago di bitume
il mare pare che dorma.
Non passa um filo di vento.

Al largo nascosto nel silenzio
un lume
si riflette lento.

Viene sull’acqua scura lentamente,
quasi senza remare,
um uomo dentro una gran luce
che sembra uscire del mare.

Sull’arco delle gambe ben piantato,
squarciando la notte col suo gran fanale
sembra che venga dalla palude eterna.

Lascia i remi e si arma di una fiocina
lunga e affilata
poi gira sull’acqua la lanterna
e sta chinato sull’orlo della prua.

Vedo la sua ombra immergere d’impeto
la fiocina nelle acque verdi e fonde.

Quando la ritira porta su  dalle onde
un mostro bianco che si divincola

come un groviglio di bisce furibonde.




Algunos datos biográficos:

Edoardo Firpo (Génova, 20 de abril de 1889 – Génova, 10 de febrero de 1957) fue un poeta en lengua genovesa. Trabajó como afinador de pianos; Fue pintor. Persona reservada de vida siempre humilde. Firme opositor al fascismo.
Fue detenido en marzo de 1945 por tropas alemanas y deportado. Luego de su liberación escribió un diario donde cuenta la penosa experiencia.

Según la introducción que escribió Eugenio Montale para la edición de “O fiore in to gotto”, Emiliano degli Orfini, Génova, 1935;  “el tono trágico está ausente en la poesía de Firpo. Sólo en la última compilación (1955) se percibe tonos oscuros en referencia a la angustia del hombre ante el misterio de los fenómenos naturales. En esos poemas se puede oír una sugestión pascoliana, donde el mar, con la rápida sucesión de olas, puede representar el contenido efímero de la vida.”

Bibliografía:

O grillo cantadö, All'insegna della Tarasca, Genova (1931) (con una tavola fuori testo di Luciano Lombardo), O fiore in to gotto, Emiliano degli Orfini, Genova (1935) con introduzione di Eugenio Montale, A vea scoverta de l'America, Genova, Libreria Internazionale Di Stefano (1946), Ciammo o martinpescòu, Edizioni Salvatore Sciascia, Caltanissetta (1955), O grillo cantadö e altre poesie, a c. di M.Boselli, E.Giuseppetti, Giovanni e Guido Sechi, trad. dal genovese di G.Sechi, Einaudi, Torino (1960), Çigae, edizioni Scheiwiller, Milano (1968) (Poesie inedite o rare raccolte da V.E.Petrucci e Cesare Viazzi), Bäsigo, I Libretti di Malaria, Pisa (1972) (con una tavola fuori testo di Luciano Lombardo), Tutta Zena ciù un caroggio, Il Melangolo, Genova (1977) (che raccoglie, tra le poesie uscite su l'Unità, quelle più politiche e locali),  Tutte le poesie, a cura di Bruno Cicchetti ed Eligio Imarisio, Edizioni San Marco dei Giustiniani, Genova (1978),  Diario, 2 voll., Consiglio Regionale della Liguria, Genova, s.d. (1979) (edizione integrale dei diari di Firpo dal 1918 al 1943 e di alcuni versi sparsi, a cura di Mario Boselli, Carlo Cormagi, Ettore Giuseppetti e Giovanni Sechi). Firpo racconta Genova, a cura di Michele Dolcino e Attilio Mangini, Edizioni Pirella, Genova (1981), Poesie e Diari, Co.Edit.A.L. - Cooperativa Editoriale delle Autonomie Locali, Genova (1982) (Audiolibro. Lina Volonghi, Sandro Bobbio ed Ettore Giuseppetti, leggono le poesie e brani di diario, con musiche di Musorgskij eseguite al pianoforte dal Maestro Tullio Macoggi), Edoardo Firpo doppo a vitta, immagini e liriche, a cura di G.Bruno, B. Cicchetti ed E. Imarisio, Ecig, Genova (1988).



jueves, 20 de abril de 2017

Cristina Campo




UNA ROSA

 Acusar de frivolidad a los fabulistas franceses porque adornaron con alguna pluma de avestruz sus hadas, significa “poseer la vista, no la percepción”. Justo lo que poseía, en cambio, una Madame d’Aulnoy, que supo recoger de la voz del pueblo los misterios más delicados y lo hizo sin darse cuenta, casi en sueños, como se recoge un trébol de cuatro hojas de un prado. (No así los hermanos Grimm que explorando metódicamente, hoja por hoja, el folclore, encontraron, sí, muchos incluso, pero entre una siega sofocante de hierbas sin magia).
  Madame d’Aulnoy compuso fábulas sublimes, El ramo de oro o La gata blanca, por ejemplo, de las cuales parece imposible alcanzar la cima o el fondo. Pero sería suficiente con el relato más familiar de Perrault (o de ese misterioso hijo suyo tempranamente desaparecido), quiero decir su relato más leído: Cenicienta. Dejando por ahora los símbolos, ya tan tristemente desflorados, de las malvadas hermanas y del zapatito de cristal (el verdadero zapatito, exquisitamente, era de piel de ardilla), como revelaciones en Cenicienta. Relámpagos que sólo en narradores semejantes, dulcemente distraídos como todos los videntes, podía llegar a entender.
  He ahí el preludio de la gran crisis, el baile en la corte: “Así como estaba, engalanada, salió en la carroza; pero la madrina le recomendó sobre toda otra cosa no pasarse de la medianoche, advirtiéndole che si se quedaba más tiempo en el baile su carroza volvería a ser una calabaza, y topos sus caballos, y lagartos sus lacayos, y que su bello vestido recuperaría su antigua forma”, el misterio del tiempo y la ley del milagro son indicados en estas pocas palabras con ligereza extrema y sin embargo con qué decisión. ¿A qué puede conducir la infracción de un límite si no al regreso trágico en el tiempo, al despertar, a la mañana sobre cenizas frías? Cenicienta roza, en la tercera y más gloriosa noche de baile, ese precipicio: y para evitarlo, huyendo enloquecida, no evita perder su zapatito de piel de ardilla, ni renunciar a la orla del gratuito, estático presente, del cuál una potencia la ha investido. Pero he aquí que será el mismo filo aquel, el zapatito de piel de ardilla, lo que volverá a conducirla al príncipe. Su pérdida voluntaria se volverá ganancia.
  “Quien arroja su vida la salva”. Madame Le Prince de Beaumont, en Belinda y el Monstruo, conduce el mismo tema hacia una zona aún más delicada y oculta. Como toda fábula perfecta, incluso esta, nos pone aparte  de la amorosa reeducación  de un alma –de una atención-  a fin de que la vista se eleve a percepción.  Percibir es reconocer solamente aquello que tiene valor, sólo aquello que existe verdaderamente. ¿Y qué otra cosa existe verdaderamente en este mundo sino aquello  que no es de este mundo? La amistad del Monstruo por Belinda es una larga, tierna, crudelísima lucha contra el terror, la superstición, el juicio según la carne, la vana nostalgia. No distinto de la demora de Cenicienta en el baile es el regreso de Belinda a casa, que por poco no le cuesta la vida al Monstruo.  Y, para una y otra muchacha, el riesgo de una recaída en el círculo mágico del pasado, que puede devastar, como  un hielo fuera de estación, aquello que ha esperado tanto tiempo para florecer: el presente. Es la ordalía de Belinda pero Belinda no lo sabe. De hecho, esencialmente, es la ordalía del Monstruo.
  ¿Cuándo es que el Monstruo se transforma en Príncipe? Cuando el portento se vuelve superfluo, cuando la metamorfosis se ha completado insensiblemente en Belinda: lavándola de toda añoranza adolescente, de toda herrumbre de fantasía, no dejando de ella sino la atenta alma desnuda (“no me parece más un Monstruo, y aún si lo fuera me casaría lo mismo porque es perfectamente bueno y no podría amar a otro que no fuera él”).
La metamorfosis del Monstruo es en realidad la de Belinda y es por tanto razonable que en este punto aún el Monstruo devenga Príncipe. Razonable por innecesario. Ahora que ya no hay dos ojos de carne para ver, la hermosura del Príncipe es pura añadidura, es la alegría sobreabundante prometida a quien buscó primero el reino de los cielos. “Al que tiene le será dado” asegura el versículo que tanto intriga a los fieles de la letra.
Para conducir a Belinda a tal triunfo, el Monstruo rozó  la desesperación y la muerte, trabajó con la terquedad de la locura perfecta, noche tras noche, apareciendo ante la muchacha recluida, resignada e impávida a la hora ceremonial: la hora de la cena, de la música. Encerrado en la égida del horror y del ridículo (“además de bruto desdichadamente soy incluso estúpido”) se arriesgó al odio y la execración de aquella a la que quería: descendió a los Infiernos y tuvo que hacerlo.

  No menos –y no menos locamente- hace Dios por nosotros: noche tras noche, día tras día. No conviene olvidar además que fue Belinda quién suscitó a su Príncipe, de lejos y sin saberlo. Fue cuando pidió a su padre que alcanzaba el estribo, en lugar de una joya o un vestido aparatoso, aquel loco regalo suyo: “una rosa, sólo una rosa”, en pleno invierno.

(de Gli imperdonabili, Adelphi, 1987)

Versión de G.M.


Original Italiano:

Una Rosa

  Accusare di frivolezza i favolisti francesi perché adornarono di qualche piuma di struzzo le loro fate, significa « possedere la vista, non la percezione ». Proprio quella possedeva invece una Madame d'Aulnoy, che seppe cogliere nelle voci del popolo i misteri più delicati e lo faceva quasi senza avvedersene, quasi in sogno, come si coglie un quadrifoglio in un prato. (Non così i fratelli Grimm che esplorando metodicamente, foglia per foglia, il folklore, ne trovarono, sì, molti anche loro, ma tra una messe soffocante di erbe senza magia).
  Madame d'Aulnoy compose fiabe sublimi, Il ramo d'oro o La gatta bianca, per esempio, delle quali sembra impossibile toccare il fondo o la cima. Ma basterebbe il racconto più familiare di Perrault (o di quel suo misterioso figlio presto sparito), intendo dire il suo racconto più letto: Cenerentola. Lasciando per ora i simboli, già così tristemente deflorati, delle cattive sorelle e dello scarpino di vetro (ma il vero scarpino, squisitamente, era di vaio), quali rivelazioni in Cenerentola. Lampi che soltanto a simili narratori, dolcemente svagati come tutti i veggenti, poteva capitare di cogliere.
   Ecco il preludio della grande crisi, il ballo a corte: « Come fu così agghindata, ella salì in carrozza; ma la madrina le raccomandò sopra ogni cosa di non passar mezzanotte, avvertendola che se restasse più lungamente al ballo la sua carrozza,ridiverrebbe zucca, i suoi cavalli sorci, i lacchè lucertole, e che le sue belle vesti riprenderebbero l'antica forma », Il mistero del tempo e la legge del miracolo sono indicati in queste poche parole con leggerezza estrema e tuttavia con quale risolutezza. A che può condurre l'infrazione di un limite se non al regresso tragico nel tempo, al risveglio, il mattino, sulle ceneri fredde? Cenerentola sfiora, nella terza e più gloriosa notte di ballo, quel precipizio: e per schivarlo, fuggendo all'impazzata, non si cura di perdere il suo scarpino di vaio, di rinunciare a un lembo del gratuito, estatico presente del quale una potenza l'ha rivestita. Ma ecco: sarà proprio quel filo, lo scarpino di vaio, a ricondurla al principe. La sua perdita volontaria diverrà il suo guadagno
  « Chi getterà la sua vita la salverà ». Madame Le Prince de Beaumont, in Belinda e il Mostro, conduce lo stesso tema sino a zone ancor più delicate ed occulte. Come ogni fiaba perfetta, anche questa ci mette a parte dell'amorosa rieducazione di un'anima — di una attenzione — affinché dalla vista si sollevi alla percezione. Percepire è riconoscere ciò che soltanto ha valore, ciò che soltanto esiste veramente. E che altro veramente esiste in questo mondo se non ciò che non è di questo mondo? L'amicizia del Mostro per Belinda è una lunga, una tenera, una crudelissima lotta contro il terrore, la superstizione, il giudizio secondo la carne, le vane nostalgie. Non diverso dall'indugiare di Cenerentola al ballo è il ritorno a casa di Belinda, che per poco non costerà la vita al Mostro. E, per l'una e l'altra fanciulla, il rischio di una ricaduta nel cerchio mágico del passato che può devastare, come un gelo fuori stagione, ciò che ha così lungamente atteso di sbocciare: il presente. È l'ordalia di Belinda ma Belinda non lo sa. Infatti, essenzialmente, è l'ordalia del Mostro.
Quand'è che il Mostro si trasforma in Principe? Quando il portento è divenuto superfluo, quando la metamorfosi s'è già compiuta insensibilmente in Belinda: lavandola da ogni rimpianto adolescente, da ogni ruggine di fantasia, non lasciando di lei se non l'attenta anima nuda (« non mi sembra più un Mostro e se anche lo fosse lo sposerei lo stesso perché è perfettamente buono e io non potrei amare che lui »).
  La metamorfosi del Mostro è in realtà quella di Belinda ed è soltanto ragionevole che a questo punto anche il Mostro diventi Principe. Ragionevole perché non più necessario. Ora che non sono più due occhi di carne a vedere, la leggiadria del Principe è puro soprammercato, è la gioia sovrabbondante promessa a chi ricercò per prima cosa il regno dei cieli. « A chi ha sarà dato » assicura il versetto che tanto intriga i fedeli della lettera.
  Per condurre a tale trionfo Belinda, il Mostro sfiorò la morte e la disperazione, lavorò con la pervicacia della perfetta follia notte dopo notte, apparendo alla fanciulla reclusa, rassegnata ed impavida nell'ora cerimoniale: l'ora della cena, della musica. Chiuso nell'egida dell'orrore e del ridicolo (« oltre che brutto purtroppo sono anche stupido ») rischiò l'odio e l'esecrazione di quella che gli era cara: discese agli Inferi e ve la fece discendere.
  Non meno — e non meno follemente — fa Dio per noi: notte dopo notte, giorno dopo giorno. Non conviene dimenticare però che fu Belinda a suscitare il suo Principe, di lontano e senza saperlo. Fu quando chiese a suo padre che infilava la staffa, invece di un gioiello o di una veste sfarzosa, quel suo folle regalo: « una rosa, solo una rosa », in pieno inverno.


Algunos datos biográficos:

Cristina Campo, seudónimo  de Vittoria Guerrini (Bolonia, 29 de abril de 1923 – Roma, 10 de enero de 1977), fue una escritora, poeta y traductora italiana.
Nació en Bolonia, única hija de Guido Guerrini, compositor, oriundo de Faenza, y de Emilia Putti, quien fuera nieta de Enrico Panzacchi (poeta, crítico de arte y crítico musical), y hermana de Vittorio (notable cirujano ortopédico). Por una malformación cardíaca congénita, Cristina siempre padeció una salud precaria, creció aislada de sus compañeros y no pudo seguir estudios escolares de manera regular.
Hasta 1925 la familia Guerrini vivió en la residencia del profesor Putti, en el parque del Hospital Rizzoli de Bolonia. Más tarde la familia se mudó a Parma, y en 1928 a Florencia, donde Guido Guerrini fue convocado para dirigir el conservatorio Cherubini. El ambiente cultural florentino fue determinante para la formación de Cristina Campo, a partir de su amistad con el germanista y traductor Leone Traverso, apodado cariñosamente "Bul" por Cristina, y con quien tuvo una relación sentimental (la correspondencia entre ambos fue publicada por la editorial Adelphi con el título Caro Bul. Lettere a Leone Traverso 1953-1967). Fueron importantes sus encuentros con Mario Luzi y Gianfranco Draghi, que le hicieron conocer el pensamiento de Simone Weil, Gabriella Bemporad y Margherita Pieracci Harwell, la especialista que curaría la publicación de las obras póstumas de Cristina Campo.
Su naturaleza solitaria la llevó a alejarse de elogios y apreciaciones (prefería firmar con nombres ficticios los pocos trabajos publicados en vida), demostrando ser cada vez más indiferente a las estrategias y necesidades del mercado literario. Le gustaba decir de sí misma: "escribió poco, y le hubiera encantado haber escrito menos". Su estilo personal, que se repite en los diferentes géneros literarios que practicaba, se caracteriza por una fuerte tensión para hacer coincidir la palabra con su significado más profundo, evitando todo lo que consideraba obvio o superfluo.
Cristina Campo fue una excelente traductora, especialmente de autores de habla inglesa, como por ejemplo Katherine Mansfield, Virginia Woolf, John Donne y William Carlos Williams. No concebía la traducción como simple reproducción del sentido, sino como un renacimiento, en su propio idioma, de la espiritualidad del autor. A lo largo de su vida se mantuvo fiel a una preferencia especial por Hugo von Hofmannsthal y Simone Weil, de quienes tradujo la tragedia Venezia salva y el ensayo Iliade Poema della forza.
A principios de los años cincuenta trabajó en la recopilación de una antología de escritores, Il Libro delle ottanta poetesse, concebido como "una colección nunca antes realizada de las páginas más puras escrita por la mano femenina a través de los tiempos". La antología, en la que Cristina Campo trabajó mucho, involucrando en las traducciones a varios amigos, no ha sido aún publicada.
En 1955 se trasladó a Roma, donde su padre fue nombrado director del Conservatorio de Santa Cecilia y el Colegio de Música. En esta ciudad hizo nuevos amigos, como Margherita Dalmati (seudónimo de Mary-Nike Zoroghiannide), Roberto Bazlen, María Zambrano. El Dr. Ernst Bernhard, el psicoanalista alemán que introdujo a Carl Jung en Italia, la curó de una persistente agorafobia. En 1958 sucede un encuentro fundamental para ella, con el estudioso y escritor Elémire Zolla, con quien vivió durante mucho tiempo. En los últimos años de vida tuvo un intenso intercambio de correspondencia con el filósofo Andrea Emo, que como vivía aislado su obra sólo recientemente ha sido descubierta y publicada póstumamente.
En 1956 la editorial Vanni Scheiwiller de Milán publicó su primer libro, el poemario Passo d'addio. En 1962 Vallecchi publicó el volumen de ensayos Fiaba e mistero, en parte, se fusionó en el próximo libro, Il flauto e il tappeto, publicado en 1971 por Rusconi.
La última década de su vida estuvo marginada de la escena cultural y profundamente interesada en lo sagrado y la espiritualidad. Así Elémire Zolla recuerda aquellos años:
Su concepción del cristianismo fue ortodoxa y se opuso a la ola de reformas litúrgicas posteriores al Vaticano II. Cristina Campo estaba entre los que fundaron la primera asociación de tradicionalistas católicos, La Voz . También fue la inspiración de la Intervención de Ottaviani, firmado por los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci, el denominado "Intervento Ottaviani" examen crítico de estas reformas, que tradujo del francés al italiano3 . Su amor por la liturgia la acercó primero a la abadía benedictina de Sant'Anselmo sull'Aventino en Roma, en la que todavía cantan gregoriano, y más tarde al Colegio Russicum. En su forma de entender la espiritualidad cristiana veía en el rito bizantino una mayor fidelidad a los principios del cristianismo.
En la revista Conoscenza religiosa, dirigida por Elémire Zolla, se publicaron los últimos escritos de Cristina Campo, entre los que cabe mencionar el ensayo Sensi soprannaturali y los poemas de "poesie sacre"  inspirado en la liturgia bizantina.
Cristina Campo murió en Roma el 10 de enero 1977, a los 53 años.

Obra:

Traducciones:
Bengt von Torne, Conversazioni con Sibelius, Florencia: Monsalvato (1943), Katherine Mansfield, Una tazza di tè e altri racconti, Torino: Frassinelli (1944), Eduard Mörike, Poesie, Milán: Cederna (1948), William Carlos Williams, Il fiore è il nostro segno, Milán: All'insegna del pesce d'oro (1958); luego en Poesie, a cargo de Cristina Campo y Vittorio Sereni, Torino: Einaudi (1961), Simone Weil, Venezia salva, Brescia: Morcelliana (1963); luego Milán: Adelphi (1987), John Donne, Poesie amorose - Poesie teologiche, Torino: Einaudi (1973), Simone Weil, La Grecia e le intuizioni precristiane, (junto a  Margherita Harwell Pieracci) Milán: Rusconi (1974), L'urgenza della luce. Cristina Campo traduce Christine Koschel, a cargo de Amedeo Anelli, Florencia: Le lettere (2004)

Poesía, ensayos y prosas varias:
Passo d'addio, Milán: Scheiwiller  (1956), Fiaba e mistero e altre note, Florencia: Vallecchi  (1962), Introducción a Storia della città di rame, trad. Alessandro Spina, Milán: All'insegna del pesce d'oro, (1963) (la 556ª novella delle Las mil y una noches), Introducción a Chögyam Trungpa, Nato in Tibet, trad. Donatella Tippet Andalo, Torino: Borla (1970),  Il flauto e il tappeto, Milán: Rusconi (1971), Introducción a Abraham Joshua Heschel, L'uomo non e solo: una filosofia della religione, trad. Lisa Mortara y Elena Mortara di Veroli, Milán: Rusconi (1971), Introducción a Racconti di un pellegrino russo, trad. Milli Martinelli, Milán: Rusconi (1973), Detti e fatti dei Padri del deserto (a cargo de, con Piero Draghi), Milán: Rusconi  (1975), Gli imperdonabili, Milán: Adelphi ( 1987), La tigre assenza, a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán, Adelphi (1991), Sotto falso nome, a cargo de Monica Farnetti, Milán: Adelphi (1998 e 2003), Lettere a Mita, a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán: Adelphi (1999), Omaggio a Cristina Campo (1923-1977), a cargo de Antonio Motta.

Correspondencia:
Lettere a un amico lontano, Milán: Scheiwiller (1998) (1ª ed. 1989), L'infinito nel finito. Cartas a Piero Pòlito, a cargo de Giovanna Fozzer, Pistoia: Via del Vento (1998), Il fiore è il nostro segno, (correspondencia con William Carlos Williams y Vanni Scheiwiller con traducción del poeta estadounidense), Milán: Scheiwiller (2001), Caro Bul. Lettere a Leone Traverso (1953-1967), a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán: Adelphi (2007), Carteggio (con Alessandro Spina), Brescia: Morcelliana (2007), Se tu fossi qui. Lettere a María Zambrano 1961-1975, a cargo de Maria Pertile, Milán: Archinto (2009), Un ramo già fiorito. Lettere a Remo Fasani, a cargo de Maria Pertile, Venecia: Marsilio (2010), Il mio pensiero non vi lascia. Lettere a Gianfranco Draghi e ad altri amici del periodo fiorentino, a cargo de Margherita Pieracci Harwell. Milán: Biblioteca Adelphi (2012), Lettere a Enesto Marchese, Il Giannone (Publicación semestral de cultura y literatura), año XII, n° 23-24, enero-diciembre 2014, p. 33-54, número monográfico titulado Il destino della bellezza.

En castellano la revista Sur publicó en su momento una serie de ensayos hoy reunidos en libro: La nuez de oro y otros ensayos, Ed. Selecciones de Amadeo Mandarino, Bs As, 2006.




domingo, 16 de abril de 2017

Amelia Rosselli



mi fresca orina derramo
a tus pies y el sol ¡danza!¡danza!¡danza!- afuera
la ventana jamás querrá
cerrarse para quien no tiene el vientre plano. Sonriente el análisis
se unirá - pero yo ¡danzo!¡danzo!- incólume porque
el sol danza, porque, se sabe, vida es femenina en las plantaciones
incultas.  Un estúpido ébano se movía muy
ávido en su
firmeza:  ¡giro! ¡giro! ¡como tres gracias alrededor de su punto
de olvido!

de “Variazioni belliche” (1959)


Déjenme
tengo el latido del corazón
mujer a caballo de gallos y de chanchos


de “Prime prose italiane” (1954)


cada codicia, serena la luna me acercaba
sus ansias tributarias. Pero si sereno el sol me acercaba
su candela fláccida,  entonces serena me llevaban hacia si
las alas de la
negra vasomotora duda del león que tanto engrandecí que no pudo
su célula ya más  pararlo.

de “Variazioni” (1960-61)

(Versiones G.M.)



Originales italianos:

la mia fresca urina spargo
tuoi piedi e il sole danza! danza! danza! – fuori
la finestra mai vorrà
chiudersi per chi non ha il ventre piatto. Sorridente l’analisi
si congiungerà – ma io danzo! danzo! – incolume perché
‘l sole danza, perché vita è muliebre sulle piantagioni
incolte se lo sai. Un ebete ebano si muoveva molto
cupido nella sua
fermezza: giro! giro! come tre grazie attorno al suo punto
d’oblio!


Lasciatemi
ho il battito del cuore
donna a cavallo di galli e di maiali

...

sereno il suolo mi rendeva
ogni cupidigia, serena la luna mi porgeva
le sue ansie tributarie. Ma se sereno il sole mi porgeva
la sua candela flaccida, allora sereno mi si porgevano
le ali del
nero vasomotorio dubbio del leone che tanto ingrandì che non più la
sua cellula potè fermarlo.




Amelia Rosselli nació en 1930 en París donde Carlo, su padre, un reconocido intelectual antifascista, había buscado refugio. En 1937, Carlo y su hermano Nello fueron asesinados por el servicio secreto de Mussolini. La niña poeta vivió desde entonces en una especie de huida permanente. Primero se instaló con su madre, británica, en Inglaterra, y más tarde en Estados Unidos, donde comenzó a tomar clases de dibujo, de literatura y, sobre todo, de música. Aunque nunca dejó de escribir en francés e inglés, los primeros textos de la Rosselli se publicaron en italiano en los ‘60 y fueron elogiados por Pier Paolo Pasolini y Andrea Zanzotto.
La poética de Amelia Rosselli obliga a repensar uno de los mitos fundacionales de la lírica moderna: el que afirma, de Vico en adelante, su carácter de lengua materna del género humano. En la poesía de Rosselli la lengua materna es la articulación de diferencias. Se trata de una escritura que se inicia en el vacío que separa al judeo-romano de los Rosselli del francés natal y del inglés materno y de aprendizaje. Recluida en un magma lingüístico en el que nunca está del todo, la voz poética de Rosselli es la repetición obsesiva, mántrica, de escrituras heterogéneas; es una “gramática de los pobres” que reescribe –balbuceando, tartamudeando– restos textuales de una tradición literaria plurilingüe que va de los metafísicos ingleses a Rimbaud, de Ezra Pound a Montale y a Dino Campana. Amelia Rosselli se suicidó en Roma el 11 de febrero de 1996.  
(Diego Bentivegna, Página 12, suplemento Radar, 26/10/2003)



Su obra: 
Poesía:
Variazioni belliche, Milano, Garzanti, (1964); Roma, Fondazione Piazzolla, (1995) al cuidado de Plinio Perilli, prefacio de Pier Paolo Pasolini. Serie ospedaliera, Milano, Il Saggiatore (1969).
Documento (1966-1973), Milano, Garzanti (1976). Primi scritti 1952-1963, Milano, Guanda (1980).
Impromptu, Genova, San Marco dei Giustiniani, 1981, 2003; Roma, C. Mancosu (1993). Appunti sparsi e persi, 1966-1977. Poesie, Reggio Emilia, Aelia Laelia (1983). La libellula, Milano, SE, (1985); Milano, SE, (1996) con un escrito de Pier Paolo Pasolini. Antologia poetica, al cuidado de Giacinto Spagnoletti, con un ensayo de Giovanni Giudici, Milano, Garzanti (1987). Sonno-Sleep (1953-1966), texto orig., traduziones de Antonio Porta, Roma, Rossi & Spera (1989); Genova, S. Marco dei Giustiniani (2003) Sleep. Poesie in inglese, texto orig., traduzion y postfacio de Emmanuela Tandello, Milano, Garzanti (1992).  Le poesie, al cuidado de Emmanuela Tandello, prefacio de Giovanni Giudici Milano, Garzanti (1997).  Appunti sparsi e persi. 1966-1977, Roma, Empiria (1997). La furia dei venti contrari. Variazioni. Con ytextos inéditos y dispersos de la autora, al cuidado de Andrea Cortellessa, Firenze, Le lettere (2007). La libellula e altri scritti, Milano, SE (2010) (además del poema La libellula, contiene treinta y un poemas de 1963-1965. L'opera poetica, al cuidado de Stefano Giovannuzzi, introducción de E. Tandello, Milano, "I Meridiani" Mondadori (2012). October Elizabethans, texto orig, traduzione di Emmanuela Tandello, Genova, S. Marco dei Giusti.

Prosa:
Diario ottuso. 1954-1968, Roma (1990)
Ensayo:
Una scrittura plurale. Saggi e interventi critici, al cuidado de Francesca Caputo, Novara, Interlinea (2004).
Correspondencia:
Lettere a Pasolini 1962-1969, al cuidado de Stefano Giovannuzzi, Genova, S. Marco dei Giustiniani (2008). Due parole per chiederti notizie. Lettere (inedite) a David Tudor, al cuidado de Roberto Gigliucci, introducción de Emmanuela Tandello, Genova, S. Marco dei Giustiniani (2015).

viernes, 14 de abril de 2017

Remo Fasani



La voz

Qué quieres, qué gritas o imploras
tú que desde ignotos abismos
llamas y cima secreta,
voz nocturna, voz a lo largo de los días?

Más placentera eras en el tiempo
en que podía traerme
tu indicio cada sonido …
la hora entre los montes, el fuego que bramaba
en el círculo de sombra de las tardes vacías
y el grito, al fondo del alba, de los pájaros.

Hoy oírte es pena
del alma que entiende
y por entender ignora.
Porque, si de improviso, frente a tu presagio,
ríe o se turba, cuando presta oídos
no a otra cosa que a un perdido eco de mar,
a un viento inmóvil, al tiempo, nada escucha.
Así pasan días, corren años.

de “Un altro segno” 1959-1965


Al trueno

En el corazón de la noche
mientras despierto y me preparo
para afrontar una
o más horas de insomnio, entre un silencio
de tumba, que espanta,
y pienso en ti,
en nuestro amor siempre difícil,
siempre tan al choque
con los imprevistos de la vida,
con cuanto no habíamos
puesto en el cálculo al comienzo,
porque no había cálculo en aquel tiempo,
o cuanto hay en nosotros todavía
de ignoto de casi engañoso, inexplorado,
un enemigo al acecho-

de improviso
un trueno rompe el aire,
cae la lluvia:
el cuerpo y el alma
se refrescan, se recobran;
y es esta la respuesta
del oráculo: que aún
para nosotros es necesario el trueno,
el golpe que arrolle con todo
y nos lleve no ya
-como se dice- a un nuevo comienzo,
sino adelante, al cumplimiento:
al lugar donde nos reencontraremos
asustados pero felices,
sin nada más entre nosotros-

ni siquiera la memoria, amiga,
de cuanto hemos atravesado juntos,
el camino largo e indecible,
para llegar a nosotros mismos…
conocernos y amarnos hasta el fondo.

                        30 de julio de 1982

de “Dediche” 1981-1983


(Versiones G.M.)


Originales italianos:


La voce

Che vuoi, che gridi o implori
tu che da ignoti abissi
chiami e segrete cime,
voce noturna, voce lungo i giorni?

Piú grata eri nel tempo
che poteva recarmi
ogni suono il tuo segno...
l’ora tra i monti, il fuoco che fremeva
nel cerchio d’ombra dele vuote sere
e il grido, in fondo all’alba, degli uccelli.

Oggi sentirti è pena
dell’anima che intende
e d’intendere ignora!
Perché, se d’improvviso, al tuo presagio,
ride e si turba, quando porge orecchio
non altro che uma persa eco di mare,
um vento immoto, il tempo, il nulla escolta.
Cosí passano giorno, vologono anni.

Al tuono
Nel cuore dela notte
mentre mi sveglio e mi preparo
ad affrontare uma
o piú ore d’insonnia, tra um silenzio
di tomba, che spaura,
e penso a te,
al nostro amore sempre piú difficile,
sempre piú alle prese
con gli imprevisti della vita,
con quanto non avevamo
all’inizio messo nel calcolo,
perché non c’era calcolo in quel tempo,
o quanto è in noi ancora
d’ignoto, inesplorato, quase subdolo,
um nemico che ci atende al varco-

all’imporvviso
um tuono rompe l’aria,
cade la pioggia:
il corpo e l’anima
si riscuotono, rinfrescano;
ed è questo il responso
dell’oracolo: ché anche
per noi ci vuole il tuono,
il colpo che travolga tutto
e ci porti non già
-come si disse- a um nuovo inizio,
ma avnti, al compimento:
il luogo dove ci ritroveremo
spaventati ma felici,
senza più nulla in mezzo a noi-

eppure la memoria, amica,
di quanto abbiamo attraversato insieme,
il cammino lungo e indecibile,
per giungere a noi stessi...
conoscerci ed amarci fino al fondo.

Le poesie 1941-1986, Edizioni Casagrande, 1987


Remo Fasani:Poeta y ensayista italo-suizo, nació en Mesocco  el 31 de marzo de 1922 y murió el 27 de setiembre de 2011; se graduó en la Universidad de Zurich y Florencia con una tesis sobre " I Promessi Sposi". Después de salir de la escuela en su pueblo continuó sus estudios en Coire, Zúrich y Florencia. Enseñó en la escuela cantonal en Coire, a continuación, desde 1962 hasta 1985, ocupó la cátedra de lengua y literatura italiana en la Universidad de Neuchatel. Especialista en Manzoni, Dante y Parini .Escribió  una veintena de libros de poesía y numerosos trabajos de crítica literaria y ha publicado varias traducciones de poesía.
Su obra: Senso dell'esilio : Poesie 1944-1945, Saggio, sui Promessi sposi (1952),Il poema sacro (1964), Un altro segno (1965), La lezione del "fiore (1967), Il poeta del "Fiore" (1971), Qui e ora (1971), Senso dell'esilio orme del vivere un altro segno (1974), Oggi come oggi (1976), La Guerra e l'anno nuovo (1982), La Svizzera plurilingüe (1982), Dedichte (1983), Pian San Giacomo (1983), Quaranta quartine (1983),  Allegoria (1984), Sul testo della Divina commedia (1986),  Le poesie, 1941-1986 (1987), Un luogo sulla terra (1992), La metrica della "Divina commedia"e altri saggi di metrica italiana, presentazione di Cesare Segre (1992), Giornale minimo(1993), Le parole che si chiamano : i metodi dell'officina dantesca, pref. di Guglielmo Gorni (1994), Felice Menghini, Pro Grigioni italiano, A. Dadò, (1995), Sonetti morali (1995), Il vento del Maloggia (1997), A Sils Maria nel mondo, pref. di Giorgio Luzzi (2000), Non solo "Quel ramo..." : cinque saggi su "I promessi sposi" e uno sul canto V dell'"Eneide" (2002), Un libello sulla Svizzera plurilingüe (2004), Metrica, lingua e stile del "Fiore" (2004),  L'infinito endecasillabo e tre saggi danteschi (2007), Sogni : poesía (2008) y Colloqui / Gesprache / Colloques. Poesie tradotte dal tedesco e dal francese, prefazione di Antonio Stäuble Poschiavo (2010).





jueves, 13 de abril de 2017

Vittorio Bodini



Ha llovido e invisible

ha llovido e invisible perfuma
tras el muro la naranja
al mentón lividecido  responde el verde
del árbol que el neón enclava
a los límites del pueblo: y esto parece
no sabes si cercanísimo
o remoto de la vida.

Cierra la mano en un puño
oh luna sobre el asfalto:
déjanos adivinar dónde has escondido
tu moneda de oro.

de “Dopo la luna” 1952-1955


Bestiario salentino

La luz es otra bestia sobre las casas
que  añadir al bestiario
cuya fábula
sabe de escupidas y amenazas,
la salamanquesa, la tarántula,
la lechuza,
la agresiva cigarra.
Y esa otra que no canta y no quema
como la fusta del carretero
bajo la nube de calor
pero grismente dice: si las cosas
hubieran sido distintas.
¡Inmundo insecto, tan lleno de melancolía!

de “Foglie di tabacco” 1945-47


 Con este nombre

Amor,  ya no estoy seguro de saber
qué llamo con este nombre.
Si rebusco en el fondo en que se hunde
tu quieto naufragio,
entre los dientes de los escualos,  y aquellas arenas celosas,
reemerge en seguida mi pensamiento desnudo
al día visible,
con los brazos heridos  y algún hilo
de alga sobre el cuerpo, o los ciegos indicios de una medusa.

Pero a la tarde, si con el paso de las fieras
que comparecen cautas en el estanque,
entre los azules venenos que mezcla el cielo,
a mí como a tembloroso vidrio se asoman
los antiguos golpes, o errores, o la presente
soledad, oh entonces, como estás
tú extrañamente viva en mis labios,
y qué asombrados altares mi voz
oye que se esculpen en las tinieblas
sin yo saberlo: Oh amor,  si supieras…


de “Altri versi” 1945-47



Originales Italianos:


E’ piovuto e invisibile

E’ piovuto e invisibile ne odora
dietro il muro l’arancio
e al mento illividito risponde il verde
dell’albero che il neon inchioda
ai limiti del borgo: e questo pare
non sai se vicinissimo
o remoto alla vita.

Chiudi le mani a pugno
o luna sull’asfalto:
lasciaci indovinare dov’hai nascosto
la moneta d’oro.




Bestiario salentino
La luce è un'altra bestia sulle case
da aggiungere al bestiario
la cui favola
sa di sputi e minacce,
il geco, la tarantola,
l'aggressiva cicala,
la civetta.
E quell'altra che non canta e non brucia
come la frusta del carettiere
sotto la nuvola di caldo
ma grigiamente dice: se le cose
fossero andate diversamente.
Immondo insetto, così pieno di malinconia!



Con questo nome


Amore, cosa chiamo con questo nome
io non sono più certo di sapere.
Se ricerco nel fondo ove s'immerse
il tuo quieto naufragio,
fra i denti degli squali, di quelle sabbie gelosi,
presto riemerge il mio pensiero nudo
al visibile giorno,
con le braccia ferite e qualche filo
d'alga sul corpo, o i ciechi segni d'una medusa.


Ma a sera, se col passo delle fiere
che convengono caute presso lo stagno,
fra gli azzurri veleni che mesce il cielo,
in me come a tremante vetro s'affacciano
le antiche colpe, o errori, o la presente
solitudine, oh allora, come sei
tu stranamente viva sulle mie labbra,
e che stupiti altari la mia voce
odono che si scolpa nelle tenebre
a mia insaputa: O amore, tu sapessi…







Vittorio Bodini (n. Bari, 6-1-1914 - m. Roma, 19-12-1970) fue un importante poeta, crítico y traductor italiano, especialista en literatura española. Muy tempranamente sus padres se mudaron a Lecce. A los 18 años fundó un grupo futurista. En 1937 se inscribió en la Facultad de Letras de Florencia, donde se licenció en 1940. Allí se hizo amigo de Mario Luzi, Alessandro Parronchi y Piero Bigongiari. Regresó a Lecce, junto al crítico  Oreste Macrì. Se ocupó de la tercera página de "Vedetta Mediterranea"; luego colaboró en la revista Letteratura, donde publicaría sus primeros poemas.
Se adhirió al movimiento político "Giustizia e Libertà", y fue incluido en "Libera Voce".
En 1946 se traslada a España, como lector de italiano. Regresa a los cuatro años, en 1950, a Lecce. Dos años después consigue la cátedra de Literatura española en la Universidad de Bari. En 1954 funda Esperienza Poetica, que durará dos años. En los últimos diez años se trasladó a Roma, donde muere en 1970.
Fue uno de los mayores intérpretes y traductores italianos de Literatura española, tradujo, entre otros a  Cervantes, Quevedo,  García Lorca,  Alberti y  Salinas. Realizó importantes estudios sobre el Barroco, Góngora o el surrealismo español.

Entre sus libros de poemas destacan: La luna dei Borboni (1952), Dopo la luna (1956), Metamor (1967) y Tutte le poesie (1932-1970) que recoge toda su poesía, al cuidado de Oreste Macrí. Sus principales trabajos ensayísticos son: I poeti surrealisti spagnoli (1957), Los poetas surrealistas españoles (1981), Sul Barocco di Luis de Góngora (1964).

Cesare Zavattini

  Quiero enseñarles a los pobres un juego muy hermoso. Suban la escalera con paso de forasteros (esta vez regresen a casa más tarde de lo ac...